El Juma Amazon Lodge es nuestro hogar durante unas cuantas noches, enclavado en una región remota y en gran parte intacta en el corazón de la selva tropical. Sin señal de teléfono ni Wi-Fi, uno se escapa realmente del mundo moderno y puede disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión. El personal del lodge llena los días con excursiones que van desde la pesca de pirañas hasta la visita a la casa de un cabocio (una familia local). Una buena razón de por qué hacer un viaje al Amazonas de Brasil.

Las caminatas por la selva se adentran en el corazón del bosque. La humedad (y la incomodidad de esos molestos mosquitos) merecen la pena por la forma cautivadora en que el guía nos explica la selva. Con sus años de conocimiento, nos señala una amplia gama de animales, frutos y árboles durante la caminata.

Entre ellos, la rosa pau, también conocida como palo de rosa brasileño, que tiene un olor maravilloso y se ha hecho famoso como ingrediente del perfume Chanel nº 5. Después de cinco horas de caminata, todos estamos hambrientos, pero una sorpresa nos espera en la apertura de los árboles más adelante.

El personal del lodge ha preparado una barbacoa de pescado, carnes y ensaladas de pirarucú y tambaqui, todo un lujo teniendo en cuenta que estamos en plena selva.

La selva de noche es una experiencia totalmente diferente. Mientras navegamos en barco, estamos en alerta máxima, escuchando los misteriosos sonidos de la selva mientras nos deslizamos por el río y miramos el cielo estrellado. Los caimanes permanecen inmóviles en los bordes de las orillas, pero, por desgracia, no vemos al más grande de todos, el caimán negro, que puede llegar a medir seis metros. Las arañas se deslizan por los troncos de los árboles, mientras que las luciérnagas, las iguanas y las ranas arborícolas también pueden verse por el reflejo de sus ojos en la oscuridad total de la noche.

No sólo la fauna atrae a los visitantes. A 10 kilómetros de Manaos se encuentra el «Encuentro de las Aguas». Una de las muchas maravillas naturales del Amazonas de Brasil, es el punto en el que las aguas de distinto color del río Negro y del Amazonas corren una al lado de la otra sin apenas mezclarse.

El oscuro torrente del Río Negro se arremolina como vinagre en aceite junto a las aguas arenosas del Amazonas, creando una dramática línea divisoria entre ambos. Este asombroso espectáculo se debe a las diferencias de temperatura, velocidad y densidad del agua, y se necesita una sorprendente distancia de seis kilómetros para que las corrientes se fusionen completamente.

Todas estas experiencias (desde vislumbrar delfines rosados en libertad hasta ver paisajes extraordinarios por doquier) ponen de manifiesto los debates sobre el calentamiento global y la deforestación. Incluso antes de que la pandemia pusiera en mayor riesgo a las empresas dependientes del turismo, estas eran amenazas constantes para la selva y las comunidades que la habitan.

Estar tumbado en nuestra hamaca al final del día, contemplando todas las vistas y sonidos de la selva tropical que nos rodea, fue un claro recordatorio de lo mucho que hay que proteger aquí.

Si todavía te parecen pocas razones de por qué hacer un viaje al Amazonas de Brasil, te damos más.

Al norte de Manaos se encuentra la ciudad de Presidente Figueiredo, en el corazón de una zona conocida como la «tierra de las cascadas». El nombre es bien merecido. Hicimos una excursión con un guía local y pasamos el día caminando entre la fauna y el follaje de la selva, observando la vida salvaje, siendo guiados por cuevas como la Caverna de Maroaga, y viendo muchas cachoeiras (cascadas). Lo mejor del día fue la Cachoeira Iracema.

Al acercarnos a ella, los árboles se abrieron para revelar una potente cascada entre las rocas, un regalo del cielo después de la humedad del bosque. No hizo falta mucho para convencernos de que nos pusiéramos el traje de baño y nos refrescáramos bajo la cascada.

Después, nos dirigimos al Parque de Urubui, donde puedes relajarte en las aguas poco profundas de la base de la Cachoeira Iracema y probar los platos locales en los numerosos cafés. Merece la pena visitar el Restaurante Paulistano, muy popular entre los lugareños, que sirve deliciosos pescados, carnes y ensaladas a la brasa.

Hay mucho que disfrutar en Manaos, la capital del estado brasileño de Amazonas y la puerta de entrada a la selva amazónica.

1. Teatro Amazonas

Con más de 120 años de antigüedad, esta delicia arquitectónica representa el apogeo de la ciudad durante el auge del caucho. En su interior, observa el techo, pintado para representar las cuatro columnas de la Torre Eiffel. Aquí se celebra el Festival de Ópera del Amazonas cada abril y mayo, y es también la sede de la Orquesta Filarmónica del Amazonas.

2. Museo de la Amazonia

Situado en una parcela de 100 hectáreas en la exuberante Reserva Forestal Adolpho Ducke, el museo alberga una exposición de orquídeas y un recinto de mariposas y serpientes, así como un sendero forestal hasta una torre de observación de 42 metros. Sube a la cima para disfrutar de espectaculares vistas de 360 grados sobre la selva amazónica.

3. Mercado Adolpho Lisboa

Inaugurado en 1882, es una réplica más pequeña del mercado de Les Halles de París, y es el lugar donde se pueden comprar frutas frescas, especias, pescado, recuerdos y medicamentos tradicionales indígenas. Al lado se encuentra el mercado de pescado, que merece la pena visitar a primera hora de la mañana para ver la gran variedad de peces amazónicos que se exponen.

No podemos darte los motivos de por qué hacer un viaje al Amazonas de Brasil sin recomendar dónde alojarte.

Juma Opera Hotel, Manaos

Este hotel boutique abrió sus puertas en febrero de 2020 frente al Teatro Amazonas, a pocos minutos a pie de la plaza central de Manaos. Cuenta con 41 suites y una pequeña piscina en la azotea que ofrece vistas panorámicas de la ciudad. Lo más destacado es el restaurante, que sirve platos tradicionales amazónicos con un toque moderno. Las especialidades incluyen filete fresco de pirarucú, ceviche de pez dragón y milhojas de tapioca.

Juma Amazon Lodge

Este lodge centrado en la sostenibilidad está levantado sobre pilotes de madera, diseñado para la estación húmeda, cuando el nivel del agua puede subir 15 metros. Dispone de 19 bungalows, todos ellos con porche privado y hamaca. Un restaurante tipo buffet sirve cocina regional e internacional, y los guías cenan junto a los huéspedes en todas las comidas. Un pequeño bar está abierto hasta las 10 de la noche.