Qué es el Turismo Experiencial – ⏰ Tiempo de lectura de 5 a 7 Minutos

Los viajes experienciales son una de las últimas tendencias en la industria de los viajes. El turismo de emociones, cada vez más popular, suele considerarse «bueno», ya que a menudo facilita el turismo de nicho o las iniciativas de turismo sostenible.

Pero, ¿qué es realmente un viaje experiencial y en qué consiste? En este artículo de Cursos de Turismo Online te lo contamos.

En pocas palabras, el turismo experiencial o turismo de emociones es aquel que se centran en las experiencias. No es lo mismo que pasar una semana tumbado en la playa o alrededor de una piscina, aunque, por supuesto, no hay nada malo en hacer este tipo de turismo, ¡y es algo que todos necesitamos de vez en cuando! Los viajes experienciales también se conocen como viajes de inmersión. Esto se debe a que las personas (los turistas) se sumergen totalmente en una cultura concreta o en un lugar determinado, ya sea un sitio específico o un país en general.

Cuando viajan de esta manera, los turistas buscan y participan activamente en las cosas que hacen que el lugar sea lo que es. Esto incluye comer comida local, aprender sobre la historia de un sitio, hablar con la gente que vive allí, etc. Los viajes experienciales suelen ser transformadores para las personas.

Nadie ha inventado los viajes experienciales. Desde la noche de los tiempos (casi…) la gente ha viajado desde su ciudad natal a otro lugar, y se ha tomado el tiempo de involucrarse y aprender sobre ese destino. Sin embargo, el concepto tiene ahora un nombre. El turismo experiencial se ha comparado con el concepto de educación experiencial (del que hablamos en nuestro artículo sobre turismo educativo).

Los pragmáticos creen que la realidad debe ser experimentada. Desde el punto de vista educativo, esto significa que los alumnos deben interactuar con su entorno para adaptarse y aprender. Se considera que la misma idea es válida para los profesores y que profesores y alumnos debían aprender juntos.

Así pues, el turismo experiencial o turismo de emociones es un tipo de cosa similar. Se mencionó por primera vez en 1985, en un libro titulado «Insights in Strategic Retail Management«, de John Gattorna. El concepto se describía como «donde el destino no es tan importante como la experiencia que se puede vivir allí». Y eso es exactamente lo que es.

Ahora que ya sabemos qué es el turismo experiencial o turismo de emociones, veamos por qué está en auge.

La gente se inclina cada vez más por «hacer» cosas mientras viaja, en lugar de limitarse a desconectar y relajarse. Pero, ¿a qué se debe esto? Hay muchas razones, como el deseo de adquirir nuevos conocimientos y también de emular experiencias que hayamos visto en películas, en la televisión y en las redes sociales o los blogs. Pero, en general, es evidente que los consumidores se alejan del modelo tradicional de vacaciones de sol, mar y arena y se inclinan por formas de viaje más inusuales e inmersivas.

Y la gente no sólo quiere tener una experiencia envolvente, sino que también quiere compartirla con el mundo. Se llevó a cabo una encuesta que mostró que el 40% de los «millennials» consideran que el hecho de que un lugar sea o no «Instagrammable» es su principal prioridad a la hora de elegir y reservar destinos de vacaciones. A la gente le gusta publicar historias e imágenes que les hagan destacar entre el resto de la multitud. Ya sean sus amigos, sus fans o sus seguidores en las redes sociales.

Especialmente tras la pandemia, la gente quiere salir y «hacer algo». Las aventuras son buenas para el alma, una oportunidad para crear recuerdos y vivir de verdad. Para muchos, parece que no ha habido muchas oportunidades de vivir en los últimos dos años. Así que ir a un destino nuevo y emocionante y probar nuevas actividades, conocer gente nueva, probar nuevas comidas… ¡Es estimulante!

El turismo experiencial o turismo de emociones rara vez recibe este título cuando se vende. Se reempaqueta y se reetiqueta, y a menudo se denomina «viajes de aventura» o «viajes de experiencia». Existen empresas que sí comercializa este tipo de viajes como experienciales. Una de ellas lo describe como «inmersivo, aventurero y auténtico. Un viaje que te mete en la piel de una cultura para experimentar la vida como un local. Eso podría significar comprar con un diseñador de moda en Milán o cenar con un bloguero gastronómico en Ciudad del Cabo. En un mundo en el que se trabaja duro y se juega duro, diseñamos viajes que desafían tu perspectiva para animarte a repensar tu relación con la gente y los lugares».

Otra de ellas, que ofrece viajes experienciales por destinos de Asia, los describe como «vacaciones boutique para viajeros curiosos. Y un grupo de viajes que ofrece vacaciones de aventura, que se reducen a viajes experienciales, dice que «hay algo en la sensación de visitar un país, una cultura o un entorno nuevos (ya sea una cordillera, un desierto o una selva) que no se puede superar».

Cualquier cosa que se comercialice como una aventura será una oportunidad para probar el turismo experiencial. Básicamente, si no estás tumbado en una tumbona bebiendo cócteles y mirando el bufé durante dos semanas, tu viaje es probablemente un tipo de viaje experiencial… ¡O al menos puede serlo!

Ahora que nos ha quedado claro qué es el turismo experiencial o turismo de emociones, pongamos algunos ejemplos.

Dado que el término viaje experiencial es amplio, naturalmente abarca muchos tipos diferentes de turismo y vacaciones que vienen en todo tipo de formas y tamaños. Un turista puede lograr una experiencia de inmersión alojándose en una casa de familia y conociendo a la gente y la cultura locales, o puede optar por donar su tiempo haciendo un viaje de turismo voluntario. Viajar a lugares poco frecuentados, como Mongolia Interior o la Ruta de la Seda china, puede ser una buena manera de garantizar una experiencia de inmersión.

Otros modos en los que los turistas pueden elegir experimentar un viaje de emociones pueden ser escalar una montaña o viajar en bicicleta por Europa. Pueden hacer un viaje por carretera a través de Texas o hacer un safari en el Parque Kruger. Sin embargo, visitar estos parajes y realizar estos viajes no convierte su experiencia en un «viaje experiencial. Se trata de ir más allá de la superficie.

Por eso, cuando te vayas de escapada a una ciudad, puedes asistir a una clase de cocina o a un tour gastronómico, en lugar de limitarte a ir a los restaurantes más populares de la ciudad o pedir recomendaciones «fuera de lo común» a los lugareños, a los taxistas, a los dependientes, etc.

Los viajes basados en la experiencia tienen que ver con la inmersión. Hay muchas maneras de sumergirse en la cultura y el estilo de vida local. He aquí algunos ejemplos:

• Reservar una casa de acogida o utilizar una aplicación para cuidar casas.
• Hacer un recorrido a pie guiado por un lugareño.
• Reservar una clase de cocina en la que se preparen platos locales.
• Comer en restaurantes independientes.
• Participar en una actividad de mejora de la comunidad, como la limpieza de la playa.
• Disfrutar de un espectáculo local, como un concierto, un partido de fútbol o una obra de teatro.
• Hablar con toda la gente que puedas.
• Utilizar empresas de taxi locales/independientes en lugar de Uber.
• Realiza algún trabajo de voluntariado.
• Permanecer en el destino durante un tiempo prolongado, por ejemplo, a través del turismo slow.
• Salir de los caminos trillados.

Ya sabes qué es el turismo experiencial o turismo de emociones, pero ¿por qué son una buena manera de viajar?

Los viajes experienciales son muy buenos para ti. Te ayuda a ampliar tus horizontes y te enseña cosas nuevas: puedes aprender un idioma, aprender nuevas recetas, conocer la historia de una cultura de la que quizá no hayas oído hablar antes. Puede cambiar tu perspectiva de las cosas al ver cómo viven otras personas. Una gran parte de esto es dejar de lado los estereotipos que puedas haber creado (consciente o inconscientemente) en tu mente sobre una comunidad, un lugar, un determinado grupo de personas. Estate dispuesto a cambiar tus creencias.

Los viajes experienciales también son brillantes para las comunidades locales. Visitar un pequeño restaurante familiar en lugar de una cadena, por ejemplo, garantiza que el dinero del turismo beneficia a personas reales y locales y evita la fuga económica del turismo. Esto, a su vez, ayuda a proteger la cultura que estamos absorbiendo en nuestros viajes. Y visitar a las comunidades locales, especialmente a las pequeñas tribus como la de Long Neck en Tailandia, ayuda a evitar en cierto modo la globalización y el desarrollo. Al dedicar el tiempo de viaje a parajes para ver e interactuar (respetuosamente) con estos grupos, los turistas pueden ayudar a las comunidades a conseguir resultados económicos y sociales positivos.

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